Una reciente revisión de estudios señala que el uso de pantallas en consultas médicas puede afectar negativamente la relación entre médicos y pacientes. Entre los efectos destacan: distracción y menor contacto visual, interrupciones en la conversación, percepción de menor empatía, barreras físicas por la disposición del mobiliario, prioridad en la recopilación de datos sobre la interacción humana, riesgo de errores por multitarea, dependencia de la tecnología y su posible fallo, y una disminución general en la satisfacción del paciente. Todo esto puede deteriorar la comunicación, la atención personalizada y la confianza en el profesional.